Un largo viaje, emprendido a pie, se logra un paso a la vez; un libro se escribe una palabra a la vez; y una vida de santidad se vive un día a la vez.
Por eso hay que tener paciencia para lograr los tres.
Para vivir una vida santa requiere mucha paciencia y pocos son quienes tienen la paciencia para llegar a ser santo.
Hermanos, estamos en un camino que conduce al cielo y el viaje puede ser largo lleno de muchas dificultades y sufrimientos.
No dar la vuelta.
No tomar desvíos.
No busque atajos porque todos conducen a callejones sin salida.
No permita que otros a otro a realizar un seguimiento a las carreteras
que conducen a ninguna parte, sino que seguir el camino que lleva al
cielo.
Ni girando a la izquierda ni a la derecha, pero seguir adelante en el camino que conduce directamente al Cielo.
¡Aleluya!